Pablito y Jennifer: súplica colonial bajo el aguacero de recortes desde Washington

Por Bianca Morales

Puerto Rico vive atrapado en un teatro político que busca distraernos de lo esencial: la precarización cada vez más aguda de las condiciones de vida de la clase trabajadora y el colapso del propio imperialismo estadounidense.

Mientras Jennifer González se entretiene en provocaciones mediáticas contra Maduro y en sus delirios de “estadidad” bajo un país cada vez más militarizado, evita dar respuesta al nuevo aumento en la tarifa de la energía eléctrica, a los recortes federales en el SNAP y el PAN, y al deterioro económico de EE.UU., cuyas consecuencias en Puerto Rico serán catastróficas si seguimos suplicando migajas en vez de levantar un proyecto de autosostenimiento.

Nada resulta más vergonzoso para las y los puertorriqueños que ver a Jennifer González, Pablito Hernández Colón y su séquito de administradores coloniales bajo un aguacero frente a la Casa Blanca, rogando por fondos que al mismo tiempo son objeto de debate para ser recortados en el Congreso.

La incoherencia es grotesca: por un lado, Jennifer apoyó la plataforma de Trump que busca reducir estas ayudas; por otro, corre a pedir las mismas con su grupo de burócratas. Todo un circo que enmascara la verdadera tragedia: la legislación presupuestaria ya aprobada en la Cámara y en discusión en el Senado que recortará servicios vitales como Medicaid y SNAP, de los cuales depende gran parte de la clase trabajadora en EE.UU. y Puerto Rico.

El mito de los “vagos” y la realidad obrera

Durante años se repitió la falacia de que quienes reciben cupones son “vagos”. La realidad desmiente ese mito: hoy los beneficiarios son en su mayoría trabajadores y trabajadoras con empleos precarios, parciales o subcontratados, sin beneficios ni seguridad. Es decir, capas obreras sobrantes en la lógica del capital, utilizadas como ejército de reserva laboral.

El llamado “megabill”, aprobado en julio de 2025, incluye recortes de unos 186 mil millones de dólares al SNAP en la próxima década. Estos fondos no desaparecen por “ineficiencia”, sino porque EE.UU. redirige su presupuesto hacia la automatización de la producción y la acumulación capitalista.

En medio de ese contexto, Pablito Colón llegó a Washington a impulsar el proyecto H.R. 5168, el “Puerto Rico Nutrition Assistance Fairness Act”, que pretende la transición del PAN al SNAP. La gobernadora, por su parte, mantiene su carrera entera en una súplica crónica de más fondos, negando, contra toda evidencia histórica, que los recortes afecten a Puerto Rico.

Lo cierto es que cada ajuste federal ha golpeado más fuerte a la isla por el esquema desigual de financiamiento colonial. Trump en 2017 ya redujo lo prometido, y el gobierno local tuvo que recortar servicios o mendigar “patches” temporeros. Hoy la historia se repite.

La energía electrica, motor de la producción

Mientras suplican en Washington, en Puerto Rico se impone otros aumentos en el servicio eléctrico. La gobernadora calla ante esto, ignorando que la energía es la base para cualquier desarrollo productivo. Prefiere dejar que las privatizadoras expriman al pueblo en lugar de luchar por un sistema energético propio, que podría desarrollarse bajo control de la clase trabajadora y en coordinación con las y los trabajadores del Caribe y las Antillas.

Ese dinero que ahora se nos niega es legítimo reclamarlo, pues surge de la plusvalía generada por la clase trabajadora en Puerto Rico y EE.UU. Pero el reclamo nunca se hace desde un carácter de clase. Los partidos tradicionales lo enmarcan en súplicas coloniales, nunca en una lucha por redistribuir lo que producimos y autodeterminar una economía basada en nuestras necesidades.

La falsa oposición

Lamentablemente, el PIP y el MVC, organizaciones que se presentan como oposición, han caído en la misma lógica de súplicas. En vez de levantar un programa de autodeterminación y control obrero del sistema eléctrico, optan por negociar el apoyo con Partido Demócrata a través de Nydia Velázquez y Alexandria Ocasio-Cortez.

Esto confirma que, mientras no exista una organización política independiente de la clase trabajadora, seguiremos cavando el hoyo en el que el coloniaje y la burguesía criolla nos entierran.

Un horizonte de lucha

La alternativa es clara: dejar de apostar a alianzas electorales agotadas y comenzar a discutir seriamente la construcción de consejos de trabajadores y trabajadoras que asuman el control sobre la producción, la energía y la alimentación. Solo con órganos propios de poder obrero/a se podrá salir de la lógica mendicante y abrir camino a una vida digna para todas y todos.

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