Del engaño electoral a la democracia obrera: Hacia los comité de trabajadores, trabajadoras y de barrio 

Serie de escritos sobre los Comités de Trabajadores/as y de Barrios - Primera parte 

Por Isabelino Montes

La concepción de los Comités de la clase trabajadora y de barrios en Puerto Rico nace de una realidad innegable: vivimos bajo el estancamiento político ejercido por una mafia bipartidista compuesta por el PNP y el PPD. Este sistema, ya evidenciado, está marcado por una avalancha de casos de corrupción, irregularidades electorales y el enriquecimiento de burgueses locales y extranjeros a costa del dinero del pueblo. Estos aspectos, junto con el control absoluto que ejerce el imperialismo estadounidense sobre las decisiones económicas y políticas de su colonia en el Caribe, han frenado los avances democráticos que el pueblo necesita con urgencia.

Desde esta realidad, surge la necesidad de superar las estructuras políticas actuales con la creación de Comités de Trabajadores y de Barrios como una alternativa real que trascienda las elecciones. Esta necesidad no puede esperar más: es momento de materializar los intentos históricos de la clase trabajadora para organizarse politicamente, elevándolos por encima de las obsoletas estructuras políticas bipartidistas y reformistas. Contamos con la experiencia acumulada, el desarrollo de las fuerzas productivas y las tecnologías modernas como herramientas fundamentales.

Un nuevo poder desde abajo

La formación inmediata de los Comités de Trabajadores y de Barrios se apoya directamente en la conquista del poder por parte de la clase trabajadora. Este modelo no depende del todo de las leyes promulgadas por el Estado colonial, sino de la iniciativa política directa de las masas desde abajo, organizada en los centros de trabajo y las comunidades. Los comités no solo tendrán un carácter representativo, sino también ejecutivo, interviniendo directamente en todas las esferas de la vida social.

El objetivo es que la clase trabajadora participe directamente en el escenario político, construyendo una democracia que sirva a sus intereses. Esto implica:

1. Reconocer que la fuente del poder no está en una ley colonial, sino en la administración directa de las instituciones por parte de los trabajadores. Por ejemplo, las escuelas pueden convertirse en núcleos donde maestros y comunidades gestionen los recursos y decisiones.

2. Establecer discusiones políticas inmediatas para constituir un programa político diseñado y acordado por la mayoría trabajadora. Esto con el objetivo de recoger en un inventario las necesidades y trazar soluciones políticas como clase que nos sirvan de guía para avanzar como sociedad.

3. Garantizar que los representantes sean removibles en todo momento si no siguen las directrices acordadas por la clase trabajadora en Asambleas Nacionales y en en los Comités. Además, su remuneración no deberá exceder el salario de un obrero calificado, evitando así la creación de una casta privilegiada.

Estas ideas, surgidas desde la propia clase trabajadora, no son simples teorías: son un paso concreto hacia una alternativa política que ya cuenta con un camino recorrido y con estructuras que pueden fortalecerse. Sin embargo, son solo guías iniciales que se fortaleceran en el proceso inmediato en que la clase trabaajadora comience a construir estos organismos políticos en todo Puerto Rico.

Precedentes históricos de lucha obrera

En 2009, la Ley 7, promulgada por la administración de Luis Fortuño, desencadenó la creación del Frente Amplio de Solidaridad y Lucha (FASyL). Este frente estableció precedentes importantes al unificar fuerzas obreras contra despidos masivos, oponerse al gasoducto y organizar comunidades en Mayagüez, Ponce y San Juan.

En 2015, surgieron espontáneamente las Asambleas de Trabajadores, que lograron reunir a miles de sindicalistas públicos y privados. Estas asambleas regionales culminaron en una Asamblea Nacional donde se abordaron los asuntos políticos más urgentes del país.

Más recientemente, tras la destitución de Ricardo Rosselló en 2019, se formaron las Asambleas de Pueblo en Ponce, juntando a jóvenes, trabajadores, estudiantes y comunidades en una movilización que se extendió por todo el país. La Coalición Sindical, una organización activa, también propuso medidas concretas en estás pasadas elecciones del 2024, como aumentos salariales y soluciones nacionales a la educación y la salud, demostrando la capacidad organizativa de la clase trabajadora.

El obstáculo del electoralismo

Sin embargo, estos esfuerzos han sido frenados por un problema común: la dependencia y ultra confianza en el proceso electoral. Los partidos reformistas y pequeño burgueses han desviado estas iniciativas hacia las elecciones, obstaculizando la construcción de una organización política independiente de la clase trabajadora.

Un ejemplo reciente es la Coalición Sindical, que, pese a tener un programa político sólido, buscó el apoyo de candidatos de diversos partidos, perpetuando la dependencia electoral en vez de contituirse como organo político directo de la clase trabajadora, guiados por esas mismas propuestas que presentaron. 

Las elecciones de 2024 expusieron la fragilidad de las alianzas reformistas, como la formada entre el Movimiento Victoria Ciudadana (MVC) y el Partido Independentista Puertorriqueño (PIP). Mariana Nogales, líder del MVC, calificó esta alianza como “el mayor error del 2024”. Sus expresiones no solo muestran la arogancia burguesa y pequeño burguesa, sino también el enfoque principal de los líderes de estos movimientos, el cuál era obtener escaños políticos, relegando la organización política de la clase trabajadora a un segundo plano.

Esta dinámica no es nueva. En el pasado, el Partido del Pueblo Trabajador (PPT) intentó transformar al FASyL en una herramienta electoral, canalizando los esfuerzos obreros hacia el voto. Este patrón se repitió con el MVC y el Sindicato Puertorriqueño de Trabajadores (SPT), desviando la lucha hacia los intereses del electoralismo burgués.

Una democracia obrera como alternativa

Los Comités de Trabajadores y de Barrios no buscan representación dentro del sistema actual. Su meta es ejercer un poder democrático directo que reemplace al modelo colonial y bipartidista, constituyendo un Comité Central elegido en Asambleas Nacionales por los propios trabajadores.

El fracaso de las alianzas reformistas y las luchas internas en los partidos alternativos refuerza la necesidad de una organización independiente de la clase trabajadora. Las alianzas débiles no pueden derrotar al bipartidismo; solo una clase trabajadora organizada y consciente puede lograrlo.

En la próxima parte de esta serie, se analizará cómo los Comités de Trabajadores y de Barrios podrían integrarse en las estructuras políticas actuales, como las legislaturas municipales, elevando la organización política de la clase trabajadora hacia una verdadera democracia obrera.


Preguntas para reflexionar:


¿Por qué el sistema actual y los partidos burgueses rechazan la organización directa de la clase trabajadora?


¿Qué importancia tendrían los Comités de Trabajadores y de Barrios en la política actual de Puerto Rico?

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