“No Kings”: Mitines políticos del Partido Demócrata disfrazados de protesta
Por Manuel Colón
El pasado sábado 18 de octubre, millones de personas tomaron las calles de Estados Unidos en las protestas “No Kings”, concentrándose en ciudades como Nueva York, Chicago y Houston, pero también en los suburbios y comunidades alrededor de estas urbes. La consigna central era la oposición total a la figura de Donald Trump, denunciando su estilo autoritario y su represión directa sobre comunidades inmigrantes y trabajadoras. Sin embargo, más que una protesta espontánea, estos eventos parecían un mitin político del Partido Demócrata, canalizando la indignación colectiva de la clase trabajadora hacia la encerrona electoral del bipartidismo estadounidense.
Financiamiento y manipulación política
Estas manifestaciones no son independientes ni espontáneas. Cuentan con el respaldo financiero de sectores poderosos. Por ejemplo, Home of the Brave, un grupo de neoconservadores, exfuncionarios del FBI y lobbistas corporativos del Partido Republicano, inyectaron un millón de dólares para promover “No Kings” y dirigirlo hacia el centro-derecha pro-guerra. Como documentamos previamente en Nexo Revolucionario Media, la hipocresía llega al extremo con Christy Walton, heredera del imperio Walmart, quien financió anuncios de página completa en el New York Times en apoyo a las protestas. Este apoyo no es genuino, forma parte de una estrategia de cooptación del descontento social para proteger los intereses del capital.
Organizaciones y ONG’s cooptando el activismo
Las protestas fueron coordinadas por la coalición No Kings, que incluye más de 200 organizaciones asociadas, como la ACLU, AFT, Human Rights Campaign, MoveOn, Planned Parenthood, Working Families Party, League of Women Voters, Public Citizen, United We Dream y coordinación internacional mediante Democrats Abroad. Incluso grupos que se presentan como revolucionarios, como el Partido Comunista de Estados Unidos y el Party for Socialism and Liberation, se sumaron a estas convocatorias. La coalición enfatizó la desobediencia civil no violenta y alianzas con organizaciones de derechos civiles y medioambientales, pero la historia demuestra que esta estrategia no es nueva. Desde Occupy Wall Street hasta Black Lives Matter, el aparato del Partido Demócrata ha manipulado las protestas para obtener votos y legitimidad, ignorando las demandas reales de los trabajadores y trabajadoras. Incluso sindicatos históricamente aliados al partido abandonan a los trabajadores cuando intentan organizar huelgas efectivas.
Resistencia de la clase trabajadora y traición del bipartidismo
Frente a este aparato, la clase trabajadora y sus comunidades han decidido organizarse de manera independiente. Comunidades inmigrantes, latinas y negras sufren directamente la represión del gobierno autoritario de Trump y su aparato represivo ICE. Estas comunidades han desarrollado resistencia espontánea, en algunos casos no pacífica, contra la violencia estatal, y han creado grupos de vigilancia comunitaria para proteger a los inmigrantes. ¿Cómo se atreven los demócratas a decir que solo las urnas y su partido representan la solución?
El mismo Partido que una y otra vez traiciona a los trabajadores y trabajadoras, disfrazándose de aliado mientras al llegar al poder trabaja para sus donantes de Wall Street y no para la gente que sostiene el país día a día.
Los mitines políticos disfrazados de protesta, liderados por el Partido Demócrata, funcionan como muro de contención contra la organización autónoma de la clase trabajadora. Dirigen la energía popular hacia la farsa electoral y evitan que la clase trabajadora defina su propio destino bajo programas políticos que atiendan sus necesidades reales. Estas manifestaciones, desprovistas de una perspectiva de clase, solo sirven para legitimar la democracia burguesa, que se encuentra en proceso de colapso. Por un lado, el gobierno autoritario del Partido Republicano, con Trump y sus secuaces como Steve Miller, aplica políticas de miedo y represión. Por el otro, el Partido Demócrata actúa como lobo disfrazado de oveja, cooptando la movilización social para perpetuar el limbo electoral del bipartidismo estadounidense.
Estos dos polos políticos en los que se concentran los ricos son precisamente los que engendran los grupos fascistas. Ese juego electoral no es más que una falsa democracia que llena de ilusiones a la clase trabajadora, mientras se fortalecen los sectores de extrema derecha. La democracia, al limitarse a una retórica vacía de izquierdas y derechas, mancilla el verdadero carácter de clase y oculta el problema principal: el capitalismo.
Somos clase trabajadora frente a la clase capitalista, y no debemos disfrazar esa realidad, porque al hacerlo alimentamos el propio aparato represivo que hoy arremete contra las comunidades negras, los trabajadores inmigrantes, la comunidad LGBTT y otros sectores que conforman la clase obrera, independientemente de su identidad o categoría social. La verdadera lucha exige organización independiente, conciencia de clase y acción directa, más allá de los mitines que buscan mantener intacto el sistema que nos explota.