PAN en suspenso, LUMA millonaria, la AAA remendando tuberías… y JGO de viaje: ¿hasta cuándo?
Por Manuel Colón
Mientras la gobernadora Jennifer González Colón viaja del aeropuerto Newark a España con su esposo Yovin —alejándose del país en plena crisis alimentaria y energética— la clase trabajadora enfrenta otro embate brutal de la crisis colonial. Durante su última parada, González “casualmente” se cruzó con el Secretario de Transportación de Estados Unidos, en un gesto de relaciones públicas que no puede ocultar la verdad: la gobernadora anda de gira mundial mientras más de 1.2 millones de personas en Puerto Rico temen perder su comida diaria ante la suspensión de fondos del PAN.
“El cierre del gobierno federal iniciado el 1 de octubre de 2025 dejó en suspenso los beneficios de alimentos del SNAP en EE. UU. y del PAN en Puerto Rico, afectando a más de 42 millones de personas en EE. UU. y 1.2 millones en la isla. La falta de fondos aprobados por el Congreso impidió garantizar los pagos de noviembre, empujando a millones a depender de bancos de alimentos y ayuda comunitaria. En Puerto Rico, el gobierno apenas logró recursos para la primera semana de noviembre.”
Y mientras Trump celebra lo que él llama la “Edad Dorada” para los capitalistas —como señala Nexo Revolucionario Media en su análisis Hambre en EE. UU. y Puerto Rico mientras Trump celebra su ‘Edad Dorada’ para los capitalistas— Jennifer González se pasea como turista global, disfrutando de lujos y estadías de élite pagadas con el sudor de la clase trabajadora. Para Trump, como para JGO, la “crisis” es un problema ajeno: las masas pasan hambre mientras ellos negocian para los que más tienen.
Ni se inmuta ante la posibilidad de que cientos de miles pasen hambre. La crisis alimentaria crece, la luz no para de subir, y el agua potable está a punto de desplomarse.
Como si fuera poco, la rotura del viejo supertubo del Superacueducto del Norte —supuestamente “reparado”— sigue siendo una bomba de tiempo. Lo que hay son remiendos superficiales: soldaduras a medias que apenas sostienen el flujo de agua hacia el área metropolitana. No hay confianza en esas “soluciones”, y la sospecha generalizada es clara: al igual que con la energía eléctrica, esta dejadez de la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados (AAA) parece hecha a propósito para justificar la futura privatización del agua potable.
Detrás de los anuncios oficiales y los videos en redes, lo que existe es improvisación, negligencia y propaganda.
La maquinaria administrativa colonial opera como si el pueblo fuera invisible. La vida no es prioridad; la infraestructura pública es solo un botín en espera de ser entregado a los capitalistas, y quienes se supone que gobiernen ya se comportan como brokers de transacciones privatizadoras.
Pero el agua no es solo un derecho, sino un símbolo de vida. La energía, también. Y ambos están hoy en manos de quienes solo tienen un interés: convertir necesidades humanas en mercancías, servicios esenciales en negocios, y crisis en oportunidades.
Desde la entrada de LUMA en 2021 y la operación de Genera PR, los apagones han aumentado, las tarifas han subido, y los dueños del gas natural y la generación eléctrica han hecho negocio redondo. Mientras tanto, la clase obrera paga más por menos y carga con la culpa de lo que en realidad es la avaricia corporativa.
La pregunta a todo esto no puede esperar: ¿quién gobierna realmente este país? ¿las corporaciones y sus representantes o el pueblo que trabaja, que produce, que sufre las consecuencias? La respuesta ya la conocemos.
Ante este escenario, no podemos limitarnos a denunciar; hay que organizarnos como clase, desde los centros de trabajo y los barrios. La alternativa está en nuestras manos:
Formar Comités Políticos de Trabajadoras y Trabajadores Energéticos que dirijan democráticamente el sistema.
Cancelar el contrato con LUMA Energy y Genera PR y recuperar los fondos públicos desviados a intereses privados.
Reconstruir una corporación pública de energía y agua bajo control de trabajadores, con participación directa de las comunidades.
Construir alianzas obreras a nivel caribeño para una política energética y de recursos soberana y justa.
Avanzar hacia una transición renovable liderada por la clase trabajadora y el respeto ambiental.
Estas medidas no son simples reformas: son el camino hacia una democracia obrera y soberana, capaz de enfrentar y derrotar el poder colonialista-capitalista que hoy desangra al pueblo.
La historia no la escriben los que viajan con viáticos, sino los que luchan con dignidad. Y esa lucha empieza por tomar el control de lo que es nuestro, por derecho y por necesidad.