Hambre en EE. UU. y Puerto Rico mientras Trump celebra su “Edad Dorada” para los capitalistas

Por Nexo Revolucionario Media

Millones de familias trabajadoras en Estados Unidos y Puerto Rico enfrentan hambre por los recortes al SNAP y al PAN, mientras Donald Trump vive en el lujo. Sus galas en Mar-a-Lago, la construcción de un salón de baile de 300 millones en la Casa Blanca y la decoración dorada de espacios históricos muestran su desconexión total con la realidad del pueblo. En su inauguración prometió una “edad dorada” para EE. UU., pero la pregunta es: ¿para quién, para los capitalistas o para la clase trabajadora?

Además, en el primer semestre de 2025, la familia Trump generó alrededor de 800 millones de dólares solo de actividades relacionadas con criptomonedas, superando ampliamente las ganancias de sus negocios tradicionales como bienes raíces y licencias, que sumaron 62 millones en el mismo periodo, evidenciando una acumulación de riqueza que contrasta brutalmente con la crisis alimentaria de millones de personas.

Mientras millones de familias esperaban al 1ro de noviembre para saber cómo alimentarían a sus hijos, Trump disfrutaba de su lujo y privilegio en su mansión privada. Desde el 31 de octubre al 2 de noviembre de 2025, participó en galas de Halloween y reuniones con socios empresariales, negociando la construcción de un nuevo salón de baile mientras el pueblo enfrenta la incertidumbre de un plato vacío.

El que prometió “luchar por un mejor Estados Unidos” y defender a los sectores más pobres repite la misma política de los gobiernos burgueses que lo precedieron: usar el poder político como plataforma para expandir sus negocios personales. Prueba de ello es su salón de baile en la Casa Blanca, promovido en septiembre de 2025, con un costo estimado de 300 millones de dólares, financiado mayormente por Trump y donantes privados, levantando críticas por ostentoso y éticamente cuestionable.

El cierre del gobierno federal iniciado el 1 de octubre de 2025 dejó en suspenso los beneficios de alimentos del SNAP en EE. UU. y del PAN en Puerto Rico, afectando a más de 42 millones de personas en EE. UU. y 1.2 millones en la isla. La falta de fondos aprobados por el Congreso impidió garantizar los pagos de noviembre, empujando a millones a depender de bancos de alimentos y ayuda comunitaria. En Puerto Rico, el gobierno apenas logró recursos para la primera semana de noviembre.

El 31 de octubre, jueces federales ordenaron usar fondos de emergencia para cubrir parcialmente el SNAP, pero esos fondos no alcanzan para todo el mes. Mientras el hambre aprieta, el presidente y su clase gastan millones en un salón de baile.

Estos hechos reflejan el verdadero rostro de la democracia burguesa: gobiernos al servicio de los intereses del capital, indiferentes a las necesidades de la mayoría trabajadora. Las prioridades del gobierno de Trump en medio de una crisis prolongada revelan el agotamiento del sistema, incapaz de “poner la casa en orden” para satisfacer las necesidades del pueblo.

Como señalamos en Nexo Revolucionario Media en relación a La 'Edad Dorada' de Trump: Un Nuevo Renacer para los Billonarios, a Costo de la Clase Trabajadora, la inauguración presidencial refleja esta realidad: mientras la clase trabajadora soportaba 20 grados Fahrenheit afuera del Capitolio, Trump estaba en un salón cálido, rodeado de los verdaderos poderes detrás de su administración, incluyendo a Elon Musk ($448.5 mil millones), Jeff Bezos ($244.9 mil millones), Mark Zuckerberg ($216.7 mil millones) y Sundar Pichai ($174.1 mil millones), con una fortuna total de un trillón de dólares. Estos hechos muestran que Trump no tiene interés en los pobres, pero sí en los billonarios que aseguran su poder; en 2025 organizó varias cenas en la Casa Blanca con líderes tecnológicos de Apple, Meta, Google, Microsoft y OpenAI para promover grandes inversiones en inteligencia artificial y tecnología, dejando claro que sus prioridades están al servicio del capital y no de la mayoría trabajadora.

Al mismo tiempo, sectores de la élite colonial como John Paulson y otros grandes inversionistas han encontrado en Puerto Rico un paraíso fiscal gracias a la Ley 60. Mientras el pueblo sufre por hambre e inflación, estos magnates se benefician de exenciones contributivas que les permiten enriquecerse aún más con el respaldo político de figuras como Jennifer González, que ha hecho campaña prometiendo defender esos privilegios. Esa es la verdadera cara de la “alianza Trump-González”: una política económica diseñada para los ricos, donde Wall Street manda y la clase trabajadora paga.

Sujetos a esta democracia burguesa que ya no da más, el pueblo queda atrapado en un tranque político absurdo donde los dos partidos del capital se pasan la culpa mientras el hambre, la tensión y el sufrimiento se apoderan de las masas.

Esta misma tensión se traslada a Puerto Rico, donde la gobernadora Jennifer González continúa suplicando a la administración Trump más ayudas federales en lugar de trazar un plan económico independiente y soberano. Pero esos fondos federales han sido históricamente el motor que alimenta la burguesía local, concentrada en el bipartidismo, y que carece de la capacidad para dirigir al país fuera del tutelaje imperial.

Así queda al descubierto, primero, la falsedad del discurso de Trump sobre una nación próspera para las masas trabajadoras; y segundo, la mentira de Jennifer González, quien vendió al pueblo la ilusión de que junto a Trump garantizaría los fondos federales. Esa es una lucha estéril, vacía para las capas más pobres de la clase trabajadora que ya no pueden esperar por la burocracia y los debates de los políticos burgueses para alimentar a sus hijos.

La anarquía social generada por esta crisis comienza a reflejarse en aumentos de criminalidad, producto de una lucha desesperada por sobrevivir. Las masas trabajadoras viven bajo estrés y ansiedad constantes, una tensión tan insoportable que en algunos casos lleva a la desesperanza y la autodestrucción.

Todo esto sucede mientras la gobernadora pasea y Trump negocia y celebra en fiestas lujosas. Por otro lado, sectores como Nydia Velázquez y los demócratas aparentan luchar por los fondos federales, pero representan los mismos intereses imperialistas que hoy gobiernan desde la Casa Blanca.

Frente a esta podredumbre política, ya no nos queda nada más que organizarnos. No habrá salida en el Congreso ni en La Fortaleza. Las verdaderas alternativas surgen desde el seno mismo de la clase trabajadora, si dejamos de esperar a que los políticos hablen por nosotros y comenzamos a organizarnos políticamente.

Es hora de formar comités de trabajadores y trabajadoras en todos los rincones de la isla: espacios políticos permanentes, independientes de los partidos burgueses —sean tradicionales o los “alternativos” que aspiran a ocupar su lugar—.

La clase trabajadora tiene la capacidad y la fuerza para levantar una dirección propia, capaz de responder a las necesidades del pueblo y romper con las cadenas del capital. Esa es la tarea histórica que se impone ante la decadencia de este sistema que ni siquiera puede garantizar un plato de comida a nuestros hijos e hijas

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