Recortes federales y saqueo colonial: Wall Street nos roba con la Junta
Por Manuel Colón
Robert F. Mujica Jr., director ejecutivo de la Junta de Control Fiscal: el rostro del saqueo que nos empobrece al servicio de Wall Street.
Nos repiten que no hay dinero. Que los fondos federales no alcanzan. Que hay que hacer recortes. Pero cuando miramos con detenimiento, no hay escasez: hay saqueo. Detrás del discurso oficial de austeridad, se esconde una maquinaria que transfiere miles de millones de dólares del bolsillo del pueblo trabajador a los banqueros y especuladores de Wall Street.
Mientras nos cierran hospitales y escuelas, mientras nos niegan servicios esenciales como salud y educación, los fondos públicos fluyen sin freno hacia el capital financiero. Pagamos una deuda ilegítima que nunca benefició al pueblo, pero que sí enriquece a una élite parásita que no produce nada, que solo especula y se lucra de nuestra miseria.
Recortes que matan
Los recortes no son simples ajustes contables. Son ataques directos a la vida misma de la clase trabajadora. Menos médicos, menos escuelas, menos maestras, más abandono. La educación, por ejemplo, depende en un 46% de fondos federales, lo que equivale a unos $5,300 millones de dólares. Y el presupuesto completo de Puerto Rico depende en un 46.1% de estos fondos: $15,400 millones.
En salud, el panorama es aún más alarmante. El Plan Vital, que cubre a 1.4 millones de personas, enfrenta un déficit proyectado de $1,100 millones para el 2029 si se concretan los recortes federales impulsados por la administración Trump. La vida de millones está en juego, mientras los millonarios siguen multiplicando su riqueza.
Los fondos que nos roban dos veces
El robo es doble. Primero, nos cobran impuestos que pagamos con nuestro trabajo diario. Más del 87% de los fondos federales provienen de impuestos sobre salarios, es decir, del sudor de la clase trabajadora tanto en Puerto Rico como en Estados Unidos. Pero luego, ese dinero no se nos devuelve en servicios, sino que es canalizado a intereses privados.
La Junta de Control Fiscal (JCF), verdadero gobierno de esta colonia, actúa como brazo del capital financiero. A través de privatizaciones como las de LUMA y Genera, ha desviado sumas exorbitantes de fondos federales hacia corporaciones privadas, que duplican sus ganancias mientras los apagones y la inestabilidad eléctrica se normalizan. Ahora, la JCF tiene la mira puesta sobre la privatización de la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados y la construcción del complejo de vivienda para millonarios llamado Escencia, en Cabo Rojo.
Y como si fuera poco, han reservado ya $2.6 millones para crear una Oficina Central de Manejo de Fondos Federales, supuestamente para mejorar la “transparencia”. Pero su verdadero objetivo es canalizar más dinero público hacia las inversiones especulativas que alimentan a las arcas financieras de Nueva York. Nos despojan con guante blanco.
Los tres caminos del capital
Frente al despojo, la dirigencia política tradicional no ofrece alternativa real. El anhelo del PNP por convertirnos en el estado 51 no es más que una súplica por más fondos federales. El PPD, por su parte, busca revivir el cadáver de la sección 936, también amarrado a la dependencia de esos fondos federales. Y los llamados partidos alternativos, como el MVC y el PIP, apostaban a una victoria demócrata para detener los recortes, sin cuestionar la raíz del problema: el régimen del capital.
En todos los casos, el proyecto político sigue subordinado a los intereses del capital estadounidense. Ninguno de ellos rompe con el modelo de acumulación impuesto por el imperialismo desde 1952. El capital manda, y ellos administran.
No es cambiar de figura: es cambiar el sistema
Muchos se preguntan si otro político –como Juan Dalmau– podría administrar mejor los fondos. Es una pregunta legítima, pero insuficiente. Porque ni él, ni el PPD, ni el PNP pueden gobernar sin atarse al capital. Aquí la pregunta no es quién gobierna, sino quién manda. Y mientras mande el capital, no habrá justicia para la clase trabajadora.
No es suficiente cambiar de partido cada cuatro años. Lo que necesitamos es construir un sistema donde quienes producimos la riqueza también la administremos. Donde los fondos que pagamos con nuestro trabajo se inviertan en el desarrollo humano y no en enriquecer a los de siempre. Donde la democracia no sea una etiqueta al servicio del capital, sino una herramienta de poder de la clase trabajadora.
Organización y poder de nuestra clase
La salida no vendrá de quienes siguen beneficiandose del trabajo ajeno. Tiene que nacer desde el lado opuesto. La clase trabajadora debe dar un paso político independiente, organizar comités en los centros de trabajo y en las comunidades, y construir un programa político propio. Un programa que tome los fondos que hoy se roban y los destine a un verdadero fondo de reserva para cubrir servicios esenciales; que impulse una producción racional basada en las necesidades del pueblo, no en las ganancias del capital.
No podemos tenerle miedo a hablar de un Puerto Rico sin fondos federales administrados por el gobierno de EE.UU y PR que los destina a los capitalistas. Ya hoy vivimos esa realidad: no solo han sido recortados por ambas administraciones, demócrata y republicana, sino que han sido utilizados históricamente para enriquecer a la burguesía estadounidense y local.
La solución no está en administrar mejor el capitalismo colonial, sino en derrotarlo. En construir un poder obrero que gobierne para las mayorías, no para el capital. Esa es la lucha que debemos dar. Y es una lucha que ya debemos arrancar.