El fascismo no es un desvío: Trump ejecuta la estrategia del capital en crisis


Por Isabelino Montes

El fascismo no es un desvío: Trump ejecuta la estrategia del capital en crisis

El fascismo necesita enemigos.

Por eso persigue inmigrantes, no por seguridad, sino para dividir a la clase trabajadora, sembrar miedo y facilitar la explotación. La represión migratoria no es error: es herramienta del capital en crisis.

Las ideas revolucionarias no surgen del capricho idealista de justicia social, ni de la fe ya desgastada en la coexistencia de las clases. Emergen de una realidad irreconciliable que revela las contradicciones entre el trabajo asalariado y el capital. Es desde esa comprensión y desde el momento histórico que enfrentamos que los trabajadores y trabajadoras revolucionarios conscientes partimos para analizar el proceso en el que se definen hoy los polos políticos capitalistas y todo su andamiaje de acciones.

En Nexo Revolucionario Media, con insistencia y rigor, hemos buscado comprender el trasfondo de cada avance de las políticas fascistas que caracterizan al gobierno de Donald Trump, así como su eco cómplice en la colonia de Puerto Rico, administrada por Jennifer González. Hemos destacado que dichas políticas no son anomalías aisladas ni simples posturas ideológicas, sino parte integral de la lógica económica capitalista. Todas responden a un objetivo común: reducir la fuerza de trabajo y los costos de producción para facilitar un nuevo proceso de automatización de la producción de mercancías.

Las deportaciones y arrestos masivos, la creación de una cárcel para inmigrantes en Florida, los aranceles impuestos desde la Casa Blanca: cada uno de estos elementos es expresión concreta de la desesperada carrera del capital estadounidense por modernizar sus medios de producción. Esta es una guerra de clases abierta que ya no pueden disfrazar, impulsada por la necesidad de Estados Unidos de competir con China en la producción industrial a gran escala.

Desde febrero lo hemos denunciado con claridad en nuestro análisis "EE.UU. no podrá alcanzar a China en el mercado de la tecnología". Allí expusimos cómo incluso los propios economistas burgueses reconocen la incapacidad de Estados Unidos para alcanzar a China. Documentamos también el interés de los capitalistas por seguir saqueando las tierras caribeñas y la búsqueda por relocalizar industrias como método para abaratar la producción. Advertimos que este escenario representaba un reto inmenso para la clase trabajadora estadounidense ante el avance de la automatización.

Afirmamos entonces que la clase trabajadora en Estados Unidos enfrenta un escenario de intensificación de la explotación. La automatización, la deslocalización y la eliminación de derechos laborales están diseñadas para la reproducción de capital, aumentar la competencia entre obreros y debilitarlos como fuerza organizada. Los capitalistas, conscientes de que estas medidas generarán resistencia, han trabajado durante décadas para desmantelar beneficios sociales y reducir la capacidad de organización de los trabajadores. El Estado ya prepara su aparato represivo para contener cualquier levantamiento obrero que se oponga a este proceso.

En mayo, analizamos cómo Estados Unidos y China se vieron obligados a negociar una tregua arancelaria tras un periodo intenso de confrontación comercial. Mientras estos acuerdos se negociaban, las empresas capitalistas actuaban de inmediato, reduciendo sus costos a través del despido de trabajadores y el aumento de inversiones en automatización. En nuestro artículo "China y EE.UU. en guerra comercial", expusimos con ejemplos contundentes este viraje. Mientras los capitalistas juegan ajedrez con aranceles y exportaciones, las consecuencias las cargamos nosotros como trabajadores y trabajadoras: despidos masivos, reducción de horas de trabajo y el avance de un nuevo modelo de producción automatizada que amenaza con relegar al desempleo a millones. Empresas clave comenzaron a aplicar este giro en pleno conflicto. Apple anunció una inversión de más de 500 mil millones de dólares en los próximos años para una fábrica automatizada de servidores en Houston. Tesla inauguró en Shanghái una megafábrica de baterías con procesos también automatizados. Intel, amparada por la Ley CHIPS, expandió su capacidad productiva automatizada en Nuevo México, Ohio, Arizona y Oregón.

Este viraje no solo implicó transformaciones tecnológicas, sino también una reconfiguración del aparato represivo estatal. Así lo detallamos el 12 de junio en nuestro análisis "Redadas de ICE: terror fascista y estrategia capitalista en marcha", donde denunciamos que estas redadas no son simplemente actos de racismo institucional. Las tácticas de miedo de las redadas no solo representan una escalada de la visión de superioridad racial exclusiva de los blancos ultraconservadores y anticonstitucionalistas que hoy controlan la Casa Blanca. Esa visión se relaciona directamente con la base económica capitalista que sostiene los intereses de la minoría burguesa que domina la economía. Los arrestos de trabajadores y trabajadoras inmigrantes no son pura casualidad, sino movidas específicas impulsadas por la lógica de acumulación capitalista para reducir la fuerza de trabajo y girar hacia la producción automatizada.

En otras palabras, el racismo es funcional al capital. No es una anomalía moral ni solo un legado histórico, sino un instrumento para disciplinar, dividir y desorganizar a la clase trabajadora. Hemos insistido: este proceso trasciende a Trump como figura política individual. Él no es el autor del plan, es su ejecutor más útil. El personaje perfecto para que el capital imponga un modelo automatizado de producción y recomponga su tasa de ganancia frente a una crisis prolongada de acumulación.

Mientras tanto, los polos capitalistas internacionales simulan conflictos, pero en lo estructural se alinean. Todos buscan preservar el orden capitalista, aún si deben hacerlo bajo formas autoritarias. Las guerras, la represión, la censura, la persecución a inmigrantes y disidentes no son teorías de conspiración. Son manifestaciones claras y materiales de la fase fascista del capitalismo.

Ante esto, la clase trabajadora no puede construir su lucha sobre ilusiones electorales ni sobre análisis superficiales. Si nos dejamos llevar por la forma, por lo que pasa en la superficie, seremos arrastrados por las formas ideológicas que el capital produce para dominarnos. Mientras tanto, la pequeña burguesía liberal continuará vendiendo promesas de reformas y elecciones "democráticas", completamente controladas por los intereses de la clase dominante, como si eso fuese solución.

Por eso es que solo una organización política permanente de la clase trabajadora puede asumir las tareas históricas necesarias para enfrentar este escenario. Es precisamente eso lo que tratamos de construir en Nexo Revolucionario Media: un espacio de vinculación entre el análisis de clase y el accionar revolucionario.

Un primer paso es fortalecer y difundir ideas revolucionarias que vayan a la raíz de los problemas que enfrentamos como clase. Y por eso el NRM queda a disposición de la clase trabajadora, como un cuerpo mediático de combate para enfrentar la ideología dominante de los medios burgueses.

Sin grandes recursos, pero con disciplina, educación política, debate, consignas claras y voluntad de organización, el NRM ha logrado marcar puntos claves que los hechos confirman poco a poco:

“No habrá amnistía. Las deportaciones masivas continúan, pero de forma estratégica. Y movemos la fuerza laboral hacia la automatización y una participación 100% estadounidense, lo cual, con 34 millones de personas aptas en Medicaid, deberíamos poder lograr bastante rápido.”

En ocasiones, claro está, perdemos la esperanza, porque enfrentamos un aparato represivo, ideológico y económico enorme. Pero no debemos olvidar lo esencial: como clase trabajadora somos mayoría, y además de nuestra fuerza numérica, contamos con algo que el capital no puede fabricar ni destruir: la conciencia revolucionaria, que podemos materializar en proyectos como el NRM.

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